lunes, 8 de noviembre de 2010

No tomar desayuno podría ser un factor más de riesgo cardíaco

Un reciente estudio realizado en la University of Tasmania en Australia, reveló que personas que reconocieron que en la niñez y la edad adulta no desayunaban, tenían más factores de riesgo de enfermedad cardiaca que aquellas que sí lo hacían a ambas edades.

Efectivamente, esta comida debiera cubrir el 25% de nuestras necesidades nutricionales, por lo que no ingerirlas puede tener repercusiones en nuestro estado nutricional a corto y largo plazo, confirma Evelyn Muñoz, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Andrés Bello.

Según publica la American Journal of Clinical Nutrition, los científicos observaron que las personas que nunca desayunaban tenían un perímetro de cintura cinco centímetros más grande que si lo hacían.

Ante este dato, Evelyn Muñoz explica que "la grasa acumulada a nivel abdominal se correlaciona directamente con la grasa depositada en los órganos vitales como el corazón".

El perímetro de cintura, además, fue determinado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un riesgo cardiovascular, ya que se puede estar en presencia de niveles más elevados de insulina, colesterol total y colesterol LDL o “malo”.

Ayuno nocturno

La importancia del desayuno está enfocada en diversos aspectos de la salud. Las personas que no desayunan suelen tener peores hábitos alimentarios y son más sedentarias que las personas que sí desayunan, mientras que otras investigaciones asocian la falta de desayuno con el aumento de peso.

“El desayuno acaba con el ayuno que realizamos durante la noche, tiempo en el que el organismo mantiene el funcionamiento cerebral disminuido del sueño con la glucosa almacenada en el hígado. Si no consumimos un desayuno adecuado o simplemente no desayunamos veremos alteradas nuestras funciones cognoscitivas y humor durante la mañana”, comenta la nutricionista.

“En niños y adultos a corto plazo se produce una disminución en la capacidad de atención y memoria, falta de concentración y vitalidad, alteración del ánimo, incluso puede producir fatiga y desmayos. En tanto en los adultos, se altera su capacidad laboral, perjudicando su productividad; estrés o el cansancio se verán agudizados. Mientras que a largo plazo, favorece el sobrepeso y obesidad, ya que induce a una alimentación poco balanceada y variada y a consumir densidades calóricas mayores a las necesarias a medio día y el resto de la jornada producto del apetito, ansiedad y alteraciones hormonales”, agrega la profesional.

¿Tomamos desayuno?

Según la académica de la UNAB, en los niños el desayuno es un hábito que se mantiene gracias a que las madres casi en su totalidad están concientes de la importancia que tiene el desayuno en el crecimiento y desarrollo de sus hijos. “Lo que se debe mejorar es el tiempo destinado a ello, que suele ser muy breve y con esto la calidad de los alimentos entregados, advierte. Muchos adultos, en cambio, reemplazan la primera comida del día por una taza de café o simplemente no ingieren alimentos antes de salir de casa.

“Para corregir esta situación debemos comenzar con corregir una característica propia de nuestro país que es estar siempre apurado y salir a última hora. Levantándonos un poco más temprano y organizando mejor la mañana podríamos mejorar sustancialmente nuestra primera comida del día”, concluye.


Grupo 10

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